EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS (Ficción Histórica, solo ficción)

Entre la capacidad discursiva y la arenga. Ahí estamos, pues algunos no entienden aún que la permanente arenga produce cansancio, desentendimiento y fuga de los reiterados conceptos que se intentan trasladar desde la perspectiva de la autojustificación, cuando no, desde la vertiente sibilina del “aviso a navegantes”. Arengas… ¡No Gracias! Sin embargo, el orador de turno, el de siempre, cambia el cuartel por el altar y tiende a la homilía reiterada desde el púlpito de su iglesia con el anuncio permanente y reiterativo de su particular Armagedón (libro del Apocalipsis, capítulo 16, versículo 16). Apareció él en el monte de los olivos, el romano, lo sé porque me lo han dicho, y lo más importante… No ha convencido; ¡Qué se le va hacer! Por más que repita su cuento no nos va hacer cambiar la historia a los samaratinos. Poncio Pilatos sigue ofreciéndonos a Jesús para la Cruz (es tiempo de cruces), y en todo esto Barrabás tranquilo. Jerusalén implora otro Prefecto, dicen que Roma manda a otro… ¿Rumor, la gana confundida con la realidad, la realidad que avanza con el halo de la posibilidad? ¡Vayan a saber! Nosotros lo desconocemos. Sin embargo, Marcelo pone proa con su ala a esta prefectura… Dicen.