El bueno de
Gabriel García Márquez, dijo que: “El empleo desaforado de comillas en
declaraciones falsas o ciertas permite manipulaciones malignas y
tergiversaciones venenosas que le dan a la noticia la magnitud de un arma
mortal”; ¿A qué viene a cuento en este cuento lo dicho por el
premio nobel? Simplemente para evitar que el cuento no adquiera la condición de
noticia (tomen la palabra cuento en sentido extenso e imaginativo) y con ello
se dibuje la falacia, y a la vez sirva para ver las realidades con la distancia
necesaria e imprescindible en esa conversión que algunos/as hacen del cuento a
noticia. Esa mirada de prudencia nos permite que de lo escuchado o leído se
deduzcan los indeseables trechos existentes de confusión, cuando no de
manipulación. Lo dicho por el gran cuentista y literato sirve
para metaforizar que ese uso virtual de las comillas por algunos/as ineptos/as
a la hora de poner a circular palabras no dichas, descontextualizadas o realizar
deficientes o inapropiadas plasmaciones de esos dichos, dimes y dirites que no
se entrecomillan porque no se escriben, pero llevadas al ámbito de lo verbal denotan una enfatización por parte del chismoso para edificar su notoriedad
aldeana. Son esos cuchicheadores de lo intrascendente, una suerte de ignorantes
que creen que lo que son se corresponde con lo que debe de ser, cuando la
realidad nos informa de que no es así, sino todo lo contrario; y que acabaran
siendo vistos como aquellos trabajadores/ras que en sus discursos de critica o
exaltación, según vaya la feria, intentan cabalgar a lomos de argots que les
quedan artificiales pues les son desconocidos por no trabajados.
Son
verdaderos/as contadores/as de chismes o amasadores de desestructurados avances
noticieros con la técnica de un/a perfecto/a correveidile. Pudiera ser que
fueran esos/as que pasaron por la “Universitas”, si es que un día
fueron, pero en el caso de haber ido, ésta (la universitas) no pasó por
ellos/as; y así las cosas, éstos/as son aquellos/as que en el uso y abuso del
entrecomillado virtual (seguimos sentados en la metáfora) con gesto de asombro
o secreto pasean lo escuchado con oreja ancha, a la vez que intentan ser los
primeros y únicos “enterados” en llevar off de records en sus bolsillos
con agujeros desparramando por el suelo la credibilidad, y dentro de un
perfecto ejercicio de su cultivada idiotez, la cual tienen permanente adherida
cual yedra a su única y corta neurona, y lo más inquietante, sin posibilidad de
ser sacudida y que continuamente sofoca (la hiedra y Maeztu siempre dan mucho
juego) su escaso, poco adornado y casi nada cultivado intelecto se presentan
como verdaderos "voceros/as"; y en ese afán se encuentran
pretendiendo llegar con jadeo exhausto al amo con “el cuento” aviesamente
apuntalado para decir “Como lo escuché se lo cuchicheo”. Esa representación
esperpéntica es propia de una búsqueda constante y sostenida de un exceso de
notoriedad, y que a simple vista es todo un indicador de subdesarrollo
intelectual donde lo único que les importa a éstos/as es ser los primeros en
contar las cosas. Verdaderamente hay metas pobres en carreras lentas.
Oidores/as
os digo que debemos de esquivar a éstos/as y saltar o rodear su magna
ignorancia, ya que es mucha la que atesoran como perfectos/as correveidile o
“chismeros/as de arrabal venidos a más” con prácticas en los peores patios de
luces, y dicho esto salvando tan edificante ágora de intercambio de sapiencia
de los peyorativos comentarios clasistas que pudieran surgir, cabe quizás decir
para terminar que los chismeros/as son esos medradores/as sin más gloria que
poner su oreja al servicio de un determinado chisme donde anidarán todas sus
envidias y manifiestas incapacidades. Lo sé, y me consta que lo sabéis, y
ellos, los otros, también lo saben. ¡Qué se le va hacer! Es… lo que hay.
Tómenlo como un cuento o supuesto de hecho, que de darse, y no quiero decir que
se dé, se lo comento en esta columna, que por cierto no es la quinta, a modo de
un “off the record.
PD.: Es un cuento. Ustedes mismos. Gracias. Una cosa para acabar, y acabo,
ríanse… solo es un cuento metafísico, simplemente una retórica burda de los que
van por ahí sin saber queriendo enseñar que saben...Yo sólo sé que no sé nada…
Y esto ya fue dicho. Un abrazo.
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