EL RITO DE LA CUARESMA
(Cuando buscamos en los actos la fe que
nos quitaron)
Y mientras comían,
Jesús tomó pan y bendijo, y lo partió y les dio, diciendo: Tomad, esto es mi
cuerpo…Creo que esto está en las sagradas escrituras y teológicamente es la afirmación de la fe colectiva en un solo acto, la comunión.
¿Comulgar con fe
o comulgar socialmente? Ya se inferirá de cada uno en el momento apropiado y
con ese savoir faire que tanto gusta, apasiona y cautiva; a la vez que edifica
esos silencios que gritan atronadoramente haciendo de la contradicción afectiva
pánico reverencial. Es puro método, perfecta estrategia, entrañable llamada y redentor
gesto. Tenéis, queréis y os morís por estar… Y lo sabe. Mañana, o quizás a los cinco
minutos de haber comulgado, seguro que cantará el gallo sin esperar al amanecer,
y también conoce como será el glayar. Queda por ver si aquel al que refiere el
Nuevo Testamento, San Lucas, capítulo 15, versículos 11 al 32, produce el
milagro del arrepentimiento y llega el perdón. Sinceramente… ni lo uno ni lo
otro.
El rito de la cuaresma
en pleno don carnal confunde esa liturgia para la curia con ese paganismo
propio de los parias, no hay tiempo para la catarsis ni la simbiosis, y lo sabe
y no le interesa, nos conoce. Hoy esa realidad costumbrista configura la
herencia. Lo que hay es lo que se deja, ni más ni menos.
Espera una
empanada junto a los amigos de siempre, de esos que nos vamos haciendo viejos con el
cariño que los días nos arriban y sin dejar espacio a la distancia, para beber
un vaso de vino y hablar de lo nuestro…. La semana santa es maravillosa y austera, y bajo ese cielo limpio de Castilla comprenderemos
que nunca medraron los bueyes en los páramos de España y mirando a las
postreras lontananzas oiremos gritar a Don Rodrigo… “Dios, que buen vasallo si
hubiera buen Señor”
¿Un café..? Yo invito.